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Octubre, mes del rosario Por Claudia Navas El tráfico se aglutina sobre la 12 avenida al acercarse a la 10a. calle de la zona 1. Justo frente a la Iglesia de Santo Domingo.
En el atrio de la iglesia la gente se detiene para comprar veladoras, escapularios y rosarios benditos. Adentro, las llamas de las velas tiemblan con las escasas corrientes de aire que se cuelan. La iglesia está repleta, la misa da inicio y la Virgen del Rosario luce radiante dentro de su capilla. Esta imagen que fue realizada en plata pura por un encargo del dominico Fray López de Montoya en 1592, lleva un gran rosario en la mano derecha y en la otra sostiene al niño Jesús. Venerada por muchos, la Virgen del Rosario fue coronada por el Papa Juan Pablo II, en 1995, durante su segunda visita. El mes de octubre está dedicado a ella, y por eso miles de devotos católicos llegan a sus pies solicitando favores o simplemente a rezarle. En estos días, la afluencia de católicos en la Basílica es enorme y en sus alrededores se aglomeran las ventas callejeras para dar lugar a la feria. El templo y la bulliciosa feria que se encuentra tras las rejas parecen dos mundos distintos. Sin embargo, en los dos lugares hay un tema en común, la venerada imagen.
Sobre la avenida Afuera de la Iglesia, en la calle, el ruido de los carros se mezcla con la voz de los vendedores. Las máscaras del hombre araña, los rehiletes, los panitos de feria, melcochas, rosarios de tusa, capiruchos, alcancías, chicas superpoderosas y los muy de moda clakers. Durante estos días es común encontrarse a personajes conocidos del ambiente guatemalteco como el escritor Max Araujo o la Premio Nacional de Literatura Isabel de los Ángeles Ruano. Resulta especial sentarse por un momento entre tanta gente olvidándose de convencionalismos sociales, a disfrutar de un plato de buñuelos o un vaso de atol y sobre todo es maravilloso contemplar la majestuosidad de este templo, cerrar los ojos e imaginar todo esto mucho tiempo atrás, cuando en lugar del sonido de los motores, seguramente se escuchaba el casquido de los caballos jalando las carretas de las señoras que con la mantilla puesta se dirigían hacia la Basílica a la hora del rezo. El templo La sobriedad característica de este templo y las gruesas paredes que lo sostienen, evocan tiempos pasados, dos siglos atrás o un poco más, cuando los dominicos empezaron a darle forma a este recinto hoy lleno de imágenes y nublado de incienso y más aún a su convento en donde actualmente se encuentran las oficinas del Instituto de Antropología e Historia.
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Por Ignacio Laclériga Durante el mes de octubre, en conmemoración de la festividad de la Virgen del Rosario, la iglesia de Santo Domingo se viste de gala. Como manda la tradición, numerosos puestos ofrecen las comidas típicas que acuden a degustar miles de guatemaltecos. En la 12 Avenida y 10 calle de la zona 1, la iglesia de Santo Domingo o Basílica de Nuestra Señora del Rosario se muestra serena y blanca. Este edificio tardobarroco es un remanso de calma clara, dentro del bullicioso centro histórico de la ciudad de Guatemala. Sin embargo, durante el mes de octubre, esta paz se torna algarabía y, sobre la 12, la gente disfruta de una de las ferias más auténticas de la capital. Por el parque Colón o la 10a. calle, las miles de personas que llegan sin parar al templo dominico demuestran la devoción de la ciudad por la virgen del Rosario. “Tanto es así, que las constantes visitas provocan que esta feria se extienda durante todo octubre”, comenta la historiadora Ofelia Déleon, aunque el calendario religioso señala el 7 de octubre para la celebración.
Con todo un mes para acercarse, no hay excusas para desaprovechar la ocasión y degustar algunos de los manjares tradicionales propios de Guatemala. La cantidad de champas que se disponen frente a la iglesia son tan numerosas que, en la lucha por conseguir la clientela, se esmeran por preparar los platillos más deliciosos. En la visita, no tienes que olvidar probar las garnachas, que el historiador Celso Lara señala como principal boquita de la fiesta del rosario. Su elaboración es a base de carne desmenuzada con tomate, cebolla y perejil. La gracia de este manjar está en su pequeña y crujiente tortilla sobre la que se sirven los ingredientes.
Pero si las garnachas son exquisitas, los diferentes dulces no se quedan atrás. Quizás, los más tradicionales sean los buñuelos, que saben tan ricos bañados en miel. Pero hay muchos otros, como los plátanos fritos o el arroz con leche, además de los dulces provenientes de todas partes de la República. Es decir, que aunque te sientas lleno para comer algo más, siempre es un buen momento para aprovechar y llevarse una bolsa de dulcerías para casa. Están los panitos de Comalapa, las shecas de Quetzaltenango, las melcochas de Guatemala y los rosarios de Tusa. Para beber, y con los tiempos fríos que anuncia octubre, el atol de elote es lo mejor. Por esta variedad, la feria está animada a todas las horas del día y en ella se disfruta de un ambiente popular y alegre. Únicamente, al visitar el interior del templo de Santo Domingo y admirar la figura adornada de la virgen, entre los murmullos del rezo del rosario, se recupera el sosegado espíritu que transmite esta iglesia al visitante.
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